La atadura de Isaac (Génesis 22: 1-19)
Autor: Ellen F. Davis
Traducción: Ruth Iliana Cohan (Asociación Bíblica Argentina)
El Génesis establece muchos de los temas fundamentales para comprender el resto de la Biblia. Por lo tanto, la desgarradora historia de cómo Abraham casi sacrifica a su hijo Isaac en el Monte Moriah es más importante y problemática que si ésta apareciera más tarde en la Biblia o si su principal protagonista fuera cualquier otro menos el ancestro prototípico como es Abraham.
El término clave para entender la historia aparece en el versículo 12: “Ahora que sé que tú eres uno-que-teme a Dios, ya que no retuviste a tu hijo, tu único hijo”. Muchos pasajes bíblicos identifican el “temor de Dios” como la virtud religiosa principal, “la mejor parte de la Sabiduría” (Proverbios 1:7). Temer a Dios es vivir en reconocimiento humilde de la incalculable diferencia entre Dios y los hombres. Esta es la primera vez que vemos a alguien (supuestamente) practicando esta virtud, por lo que la sentencia divina deja al lector moralmente atento con dos preguntas.
¿Cómo podría una persona virtuosa estar dispuesta a matar a un niño?
A menudo se dice que la historia es sobre la obediencia total, pero sabemos que no hay virtud en la obediencia ciega a una demanda tiránica. Sin embargo, las palabras iniciales de la historia sugieren una comprensión diferente: “Después de estas cosas, Dios probóa Abraham” (Génesis 22:1). Los planes de Dios para traer el bien a los habitantes del mundo dependen de Abraham (Génesis 12:3). Sin embargo, han sucedido ciertas cosas que dan a Dios razones para dudar de Abraham, por lo que es necesario ponerlo a prueba y ver si Abraham puede soportar el peso de esa inmensa confianza. Dos veces ha dejado Abraham que su esposa Sara vaya al harén de reyes extranjeros (Gen 12 y Gen 20); lo hizo para protegerse a sí mismo, evidentemente sin confiar a la mirada de Dios su estadía en peligrosos lugares entre extranjeros. Por lo tanto, lo que está en juego no es simplemente la obediencia, sino la total y mutua confianza. El objetivo de la prueba es ver si Abraham confía en Dios incluso hasta el punto de renunciar al niño del quien depende la bendición, el pacto y su propia felicidad. El temor de Dios de Abraham es una condición de vulnerabilidad total ante Dios, “que cuesta no menos que todo” (T. S. Eliot); esa es la condición humana sobre la cual descansa la alianza.
¿Cómo podría un Dios bondadoso exigir que Abraham mate a su hijo?
Aquí solamente hay dos motivos por los cuales Dios puede ser exonerado del cargo de sadismo y tiranía. Primero, esta es una prueba real; Dios no sabe de antemano cómo responderá Abraham. Solamente exigiéndole todo a Abraham puede saber Dios si este realmente pone su compromiso con Dios antes que todo lo demás. El libro del Génesis, en su conjunto, no apoya la noción teológica común de que Dios sabe de antemano todo antes de que acontezca, cada respuesta humana antes de que sea expresada. Así, cuando Abraham pasa la prueba, el alivio de Dios es palpable: “Ahora sé… (Génesis 22:12).
Segundo, Dios exige todo de Abraham porque Abraham debe reconocer que él no tiene el control en esta relación de alianza. Esta historia proporciona un equilibrio necesario frente a una imagen muy diferente en Génesis 18 donde Abraham desafía tenazmente el juicio de Dios (¡literalmente!) sobre Sodoma. En esa ocasión, Dios escuchó la audaz e incluso presuntuosa pregunta de Abraham: El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? (Génesis 18:25) y Dios escuchó su intercesión por las (hipotéticas) personas inocentes de la ciudad; poco después Dios llama “profeta” a Abraham, específicamente con respecto al poder de su oración intercesora (Génesis 20:7). En la cosmovisión del Génesis una relación genuina con Dios implica un equilibrio entre audacia y sumisión. En Génesis 18, vemos la prodigiosa compasión de Abraham por los seres humanos; en Génesis 22 vemos su devoción sin límites a Dios. Psicológicamente hablando, puede ser casi imposible mantener esos dos aspectos en perfecto equilibrio, pero teológicamente hablando, ambos son necesarios para aquellos, tanto judíos como cristianos, que luchan por vivir en una relación de alianza con Dios. Por consiguiente, con su antepasado más importante, la Biblia comienza a mostrar lo que es servir “proféticamente” en un contexto de alianza: negociar compromisos duales con la humanidad y con Dios, discerniendo en cada momento cuándo desafiar a Dios en nombre de una humanidad débil y pecadora, y cuándo someterse con “temor” a la a veces inescrutable exigencia divina.
Bibliography
- Levenson, Jon D. The Death and Resurrection of the Beloved Son: The Transformation of Child Sacrifice in Judaism and Christianity. New Haven: Yale University Press, 1993.
- Davis, Ellen F. Getting Involved with God: Rediscovering the Old Testament. Lanham, Md.: Rowman & Littlefield, 2001.
- Berkovits, Eliezer. With God in Hell: Judaism in the Ghettos and Deathcamps. New York: Sanhedrin Press, 1979.